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Martín Rodríguez Seminario
La Coral Kolitza nos habla del próximo concierto que ofrecerán. Se trata del tradicional concierto del “Miserere”, que da comienzo a las actividades de Semana Santa en nuestra Villa.
Un año más, los actos artístico-religiosos de la Semana Santa balmasedana comienzan con el “Miserere” de Martín Rodríguez Seminario, Don Martín para todos los que tuvimos la suerte de conocerle y para quienes nos han oído hablar de él. Nacido en Pamplona en 1871 pero balmasedano de adopción desde su llegada, a la edad de 30 años, para ocupar la plaza de organista de la Parroquia de San Severino. En los 60 años que estuvo en dicha plaza produjo la mayoría de su obra, incluido el “Miserere” (estrenado en 1904), que los habitantes de la Villa consideramos como algo nuestro, una parte importantísima de nuestro hermoso patrimonio artístico.
Los once números que componen esta magistral obra están perfectamente contrastados, teniendo cada uno su estructura formal, pero a la vez (y esto es difícil) manteniendo la unidad dentro de la obra. Son breves, pero intensos. Don Martín no cayó en la tentación de alargarlos innecesariamente repitiendo melodías o haciendo variaciones sobre lo escrito. Son emocionantes, concentrados, no dan oportunidad al bostezo (aunque se escuchen por primera vez). No sobra ni falta una sola nota, silencio o matización: obra de arte.
Con toda seguridad, decir que nos acompaña el órgano no es muy exacto; su papel, de gran dificultad para quien lo interpreta (en nuestro caso la querida balmasedana María Jesús Eguía) supera con mucho el mantenimiento o relleno de los silencios vocales: incrementa poderosamente el patetismo de los momentos dramáticos, dulcifica los pasajes suplicantes y nos sumerge en la liturgia de la Pasión cuando imita y recuerda el redoble de los tambores procesionales.
La segunda parte está integrada por las canciones tradicionales de la Semana Santa balmasedana. Pequeñas e íntimas obras de arte que los habitantes de la Villa llevamos en nuestro ADN, porque las hemos escuchado desde los vientres de nuestras madres.
“Fui de Dios” es una composición del músico del barroco italiano Claudio Casciolini (Roma 1697-1760). Este músico, que continuó componiendo motetes siguiendo la línea renacentista de Palestrina, nos ha prestado esta pequeña joya que ya consideramos tradicional de nuestra Villa.
No podemos precisar quién es el autor del emocionante “Stabat mater” de nuestra Semana Santa. Don Martín lo armonizó, imprimió su sello particular y consiguió que transmitiera la angustia y la tristeza de la Virgen Dolorosa llorando la muerte de su Hijo.
“En el calvario” también está armonizada por D. Martín, en 1958 (3 años antes de su muerte). Se conserva la partitura original de su puño (ya tembloroso) y letra, en la que el maestro constata que es un “canto tradicional balmasedano”. Lo arregló para tres voces: melodía a cargo de los tiples primeros y tenores primeros, una segunda voz para los tiples segundos y tenores segundos y completaban armonías los bajos. Posteriormente se añadió una cuarta voz (¿el propio D. Martín?) y se suprimió la intervención de los tiples, en una armonización típica de coro mixto (sopranos, contraltos, tenores y bajos). Así es como se ha seguido interpretando desde los años 60. Este año volvemos a la versión original de D. Martín: las sopranos, en la segunda parte (“En el Calvario, cruel la escena…”) cantan la melodía en la alta tesitura escrita para los tiples y también se mantiene la cuarta voz. El efecto es impactante.
En el año 1935 se incorporó, por primera vez en nuestro Vía Crucis Viviente, el juicio ante Pilatos. Probablemente, para acompañar las escenas que se representaban en el Campo de las Monjas, se le encargaron a D. Martín dos composiciones para que la Coral reforzara el dramatismo de dos momentos clave en la Pasión: el Huerto de los Olivos y el citado Juicio. Se interpretaron entonces, por primera y casi última vez, la “Oración de Jesús” y el “Juicio ante Pilatos”. La Coral Kolitza Korua recupera y “reestrena” este año la primera de ellas. Obra muy intensa, con pasajes modulantes que reflejan la angustia del momento cumbre del Cristianismo, en el que Jesús tiene dudas sobre si podrá soportar lo que sabe que vendrá: “Padre, si es posible pase de mí este Cáliz”. La obra está escrita con el sello más típico de Don Martín, experto en crear obras cortas, que van al grano; difícil y delicada, sin armonías previsibles y con pasajes modulantes que crean, magistralmente, un ambiente dramático.
“La tortolilla”, tradicional y armonizada por Don Martín con toda la emoción que ponía en todas sus composiciones y arreglos. El lamento angustioso, “¡Ay de mí!”, de la Madre que ve morir al Hijo, culmina esta segunda parte.
El “Himno de Balmaseda”, también de D. Martín, cierra con solemnidad el presente concierto. Compuso la música sobre un extenso poema de M. de la Torre, lo que hace que en Balmaseda tengamos, probablemente, el Himno más largo del Mundo. Está escrito para piano; hay una parte en la que, por octava, le falta teclado al órgano. María Jesús le da «vida» combinando los diferentes registros y el pedalier, aunque no está señalado en la partitura.
Coral Kolitza Korua